Históricamente, en diversos países la tradición del golf se ha centrado en los jugadores masculinos. Como es el caso del Club Augusta National, ubicado en Georgia, EEUU. El cual abrió sus puertas en enero de 1933, fundado por el golfista Bobby Jones y diseñado por Alister MacKenzie. Dicho club presume de ser uno de los más exclusivos y elitistas del mundo.
En abril según es costumbre, desde 1934 han celebrado The Masters Tournament en el club Augusta National, en 1940 este torneo se incluyó en el calendario internacional de golf y se ha convertido en un evento deseado por los golfistas profesionales.
No fue hasta 2012 cuando el club de Georgia admitió la entrada de una mujer y hace tan sólo dos años, en 2019, celebró el primer evento femenino, el Augusta National Women’s Amateur championship. Pero muchas cosas han cambiado en este deporte, a pesar de las reticencias de muchos de Georgia, y ahora las nuevas generaciones obligan a una mayor inclusión, diversidad y flexibilidad.
La clave está en encontrar el equilibrio entre la tradición y la innovación para atraer y retener a una creciente base de aficionados, sobre todo a los Millennials, aupada por la pandemia. Una generación, los nacidos entre 1981 y 1996, que ha sido la que más se ha vestido la chaqueta verde de Augusta en la última década.
Los millennials, favorecidos por su estilo de vida, personalidad y creencias, sumado a los efectos de la pandemia buscan actividades que permitan escapar de su rutina: vivir siempre de prisa y sin tiempo. La implantación del teletrabajo ha permitido, a algunos, disponer de más tiempo para el ocio. El golf está siendo una de las disciplinas más beneficiadas por ello, pues muchos aprovechan la reducción de los tiempos en los desplazamientos a la oficina para disfrutar de un deporte seguro y en un lugar como un club, punto de encuentro social que ha ganado relevancia tras los confinamientos.
Ahora, ante el boom de la práctica, a título de ejemplo… jóvenes y no tan jóvenes se ven en subastas y pujas por un green fee. En EEUU, donde cerca de 25 millones de personas practican este deporte, esta generación es una de las primeras en el campo, pues allí dan salidas desde primeras horas de la mañana.
Convirtiéndose esta en una valiosa oportunidad para clubes como el nuestro, el Nuevo San Andrés, donde hemos volcado nuestros servicios a una generación más joven y en búsqueda de servicios y experiencias diferentes, hemos diseñado e implementado el alojamiento como parte de nuestro core del negocio. Lo anterior se traduce a una clara oportunidad y cambio de roles, si una familia de millennials considera el golf y otras disciplinas deportivas parte fundamental de sus nuevas rutinas, tomará como elección ser socio de un exclusivo club que le permite pasar la noche en su club y tomar los primeros turnos de salida para el golf o aprovechar para caminatas ecológicas rodeados de naturaleza.
Más y mejor juego
La flexibilidad laboral ha catapultado el número de rondas jugadas por la generación Millennial. Practican más y mejor, pues el hándicap de los golfistas comprendidos entre los 25 y los 40 años se sitúa en 8,8, un 5% por debajo que en 2019. Sin duda, a pesar de las circunstancias, 2020 y el primer trimestre de 2021 están siendo buenos para el golf Millennial; el reto ahora es cómo lograr mantener este ritmo, cómo consiguen retener a los recién llegados y crecer en nuevos aficionados.
Toca adaptar la oferta a Millennnials y Zetas, una oferta que convivirá con el elitismo de Augusta o Valderrama (en Sotogrande, Cádiz), también muy en boga. De hecho, este año, el Real Club Valderrama ha recibido más solicitudes de inscripción que en los últimos diez, según reconocía Javier Reviriego, CEO del club. “Hemos visto cómo crece el número de vueltas en Reino Unido, en EEUU y en las principales ciudades españolas… y cómo la pandemia ha provocado que la gente piense mucho en su estilo de vida y en la necesidad de disponer de más ocio, lo que ha recuperado la estima y el deseo por jugar al golf”.
En nuestro caso, en el Nuevo San Andrés es una tendencia que hemos observado desde 2017, las nuevas familias se han caracterizado por ser jóvenes y poseer unas cualidades diferentes a las tradicionales en los clubes sociales. Lo que nos mantiene en constante evolución y transformación de nuestra oferta hacia ellos.